Estudios
Comenzó estudiando pintura a temprana edad en la ciudad de
Guadalajara. A la edad de 21 años, Murillo entró en la Escuela Nacional de
Bellas Artes en la Ciudad de México para completar sus estudios.
Tiempo después, Murillo obtuvo una beca otorgada a alumnos
destacados por la Academia de San Carlos, para continuar sus estudios en
Europa. Su área de aprendizaje se fue ampliando con el paso del tiempo. Estudió
filosofía y leyes en la Universidad de Roma. Murillo también viajó a París en
repetidas ocasiones para asistir a pláticas sobre pintura y dibujo impartidas
por Henri Bergson. Sus fuertes intereses políticos lo hicieron colaborar con el
partido socialista de Italia y trabajó algún tiempo en el periódico Avanti. En
esos días fue bautizado como él mismo se daría a conocer, el Dr. Atl, que en
idioma náhuatl significa agua; este seudónimo se le debe a Leopoldo Lugones. En
1915, al servicio de Venustiano Carranza, se prestó para intermediar con la
Casa del Obrero Mundial para integrarlos a las fuerzas del constitucionalismo,
en contra de las tropas de la División del Norte de Francisco Villa y del
Ejército Libertador del Sur de Emiliano Zapata.
En consulta con los sindicatos miembros de la Casa, y ante el
rechazo de todos ellos a la firma de un pacto con Carranza, convenció a 67
miembros de la misma para viajar a Veracruz y bajo la promesa de otorgarles
armas para que ellos realizaran "su" revolución social, logró que
estos 67 militantes firmaran un pacto del cual se derivaron los Batallones
Rojos, formado por desempleados que fueron reclutados en la ciudad de México,
con la promesa de casa y sustento a sus familias en Orizaba, Veracruz.
Este hecho determinó la formación del movimiento obrero mexicano,
en su vertiente corporativa, con la conformación después de la Confederación
Regional Obrera Mexicana, de Napoleón Morones. Pero de esta experiencia, los
firmantes del Pacto que descubrieron el engaño cuando Carranza condenó a muerte
a huelguistas de la propia COM, en 1916, formaron una nueva central
independiente del estado y combativa en los centros de trabajo, la
Confederación General de Trabajadores, que se mantuvo autónoma hasta 1931,
cuando no supo enfrentar las consecuencias de la primera Ley Federal del
Trabajo, de tintes fascistas copiada del Código del Trabajo de Benito
Mussolini.
Años después, el Dr. Atl se manifestará abiertamente a favor del
bando nazi y decididamente antisemita, declarando su admiración por Adolf
Hitler,1 por lo que vio con optimismo los primeros compases de la Segunda
Guerra Mundial, cuando las victorias hitlerianas le hacían sentir próximo el
fin del marxismo y del comunismo, del semitismo y del imperialismo.2 Tales
postulados le llevan a colaborar con la revista Timón dirigida por José
Vasconcelos y probablemente financiada por la embajada alemana, que acabaría
siendo prohibida por el gobierno mexicano a causa de sus inclinaciones nazis.
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